Cuando el Juez Holmes, ponente en el caso, de la sentencia del Titanic, en la Corte Suprema de los Estados Unidos, estableció como correcto el límite del enunciado, la cifra de u$s 98.000, que alcanzaba aproximadamente a los botes salvavidas que habían quedado del desastre, los familiares de las víctimas no habrán salido de su asombro.
Y nada menos que victimas prominentes de la sociedad de la época, alcanzadas por ese famoso naufragio del 15 de abril de 1912, en las heladas aguas del Atlántico norte.
En menos de 3 horas fallecieron 1500 de las 2200 personas a bordo por lo que sus familiares, norteamericanos e ingleses en su mayoría, demandaron civilmente, obviamente no por esa cifra y ante los tribunales de EEUU, sino por 22 millones de esa moneda.